Y se acabó el partido de Argentina contra Georgia y tras encontrarnos fuera del estadio los cuatro, nos dirigimos sin prisa, pero sin pausa a ese lugar maravilloso lamado Ninkasi. Allí nos sentamos en el pasillo lateral al fondo y esperamos la llegada de nuestros colegas del primer día para iniciar el ritual cervecero.
Y tras unas cervecitas sentados hablando del partido, nos encontramos de nuevo con Valerie y no fuimos a la zona de la pista de baile, a echarnos unas risas y unos dancings.
Y aprovechamos como no, para sacarnos una foto con unas chicas (argentina y francesa), pero no pudimos salir sólo nosotros y se acoplaron un par de argentinos (los dos de la derecha, el de al lado del Romano es Isma).
Y cerveza va, cerveza viene, se desataron amores imposibles, ¿o no?
Y llegó el momento de la verdad, aquel en que todo jugador de rugby deja que aflore su instinto rugbístico y demuestra la jugada en vivo y en directo. Y sin comerlo ni beberlo, se formó la primera línea.
Y llegó la despedida y los camaradas de copa e ida al meódromo se sacaron la última foto juntos antes de abandonar las dependencias del Ninkasi.
Y no es que nosotros quisiéramos irnos, pero es que era martes, las dos de la madrugada, y se ve que los del bar no estaban acostumbrados a estas juergas entre semana.
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